viernes, 25 de enero de 2013

Editorial 25 de Enero de 2013



Ya era hora que lo dijera. Debo pedir disculpas. Disculpas por no haber entregado esta idea de La órbita de Endor a las personas indicadas, implicándome tanto en el proyecto que decidí dirigirlo y presentarlo yo mismo. Qué egoísmo, lo sé, pero no pude evitarlo.
Las personas adecuadas para dirigir y presentar La órbita de Endor, son todos los demás menos yo. Por ello, entono un mea culpa, porque soy la única persona sobre la Tierra que no sabe hacer bien el programa.
Lo que voy a confesar a continuación puede servir para granjearme cierta mala reputación, pero a veces me entran ataques de honestidad ineluctables y no puedo evitar decir lo que pienso (qué ordinario por mi parte), pero admito que NO escucho a los oyentes tanto como debiera. Podría añadir que, en muchos casos, me importan un bledo sus opiniones. ¡Alabado sea el Señor, qué temeridad por mi parte! Sigo realizando lo mejor que sé mi trabajo, al margen de los consejos y sugerencias de los herederos genéticos de Guille, Berto y Tom, llegando incluso a recomendar a mis compañeros de proyecto que imiten mi postura y… ¡esto es muy duro de proclamar! Decidan pasar ellos también de según qué oyentes.
¡Herejía! ¡Blasfemia!
Y esto le lleva a preguntarse a este triste penitente, ¿acaso hay oyentes de mejor y peor calidad? ¿No se supone que todos son igual de sabios e inteligentes en sus opiniones sobre el programa? ¿No está establecido que el oyente siempre tiene la razón?
Pues bien, influenciado por fuerzas malignas que corrompen mi espíritu, yo, Antonio Runa, he pasado olímpicamente de la opinión de algunos oyentes.
Tras darme cuenta de mis errores, véase que sólo empleo docenas de horas interminables en la ejecución y acabado del programa, haciéndolo lo mejor que puedo en lugar de plantearme hacer lo imposible y lo milagroso, intentando contentar al mayor número de oyentes en lugar de a todos y cada uno, no puedo más que flagelarme en público y esperar que las críticas feroces diluvien sobre mi persona ingrata y desagradecida.
Un ser despreciable e inmundo, eso es lo que soy, al haber llevado a cabo esta empresa llamada La órbita de Endor por pura satisfacción. ¡Pasándomelo bien haciendo lo que quiero!
Merezco el infierno.
No obstante, queridos y respetados oyentes de LODE, siento mi corazón morir al verme obligado a decir que las cosas van a seguir como hasta ahora. No hay mayor felonía, pero éste seguirá siendo el programa que yo dirija y presente (muy mal en ambos casos), por mucho que sea el que peor lo hace de todos. Y las opciones que queden para el resto del mundo, seguirán siendo las mismas: Escuchar el programa o no hacerlo.
Por ello, exclamo que lo siento mucho y que no era mi intención ofender, ni lo será en lo sucesivo, pero aquí los santos cojones que mandan, son los míos.
Atentamente, Antonio Runa.